Después de una infidelidad - Psicología - Lic. Alicia Bittón

La gran pregunta es: ¿Se puede reconstruir una pareja luego de una infidelidad? Y la respuesta es: A veces sí. Para muestra, un botón. Carmen y Luis son dos arquitectos exitosos con quince años de casados y tres niños. Eran muy compañeros, tenían una vida social intensa, disfrutaban de sus hijos; por ser de la misma profesión, compartían el estudio y los temas de trabajo. Pero Carmen no hubiese imaginado nunca lo que un día sucedió.

Era pleno verano, Carmen se quedó dos días más que Luis en la quinta de unos amigos. Apenas regresó a casa y abrió la puerta, saludó a María, la empleada doméstica y, por la palidez de su cara, notó que algo no andaba bien. Fue al dormitorio, lo encontró desarreglado y observó sobre la mesa de luz un sobre con una carta para ella que decía: “No estoy bien, necesito irme por un tiempo, no sé por cuánto. Discúlpame”. Rápidamente Carmen interrogó a María: “Cuando llegué lo vi al señor con una valija y me dijo que se iba, ni una palabra más”. En medio de su desesperación, Carmen no encontraba un motivo para esa partida, lo único que hacía era llorar. Le pidió a María que se hiciera cargo de los chicos y se encerró en el cuarto, buscando alguna explicación que justificara la conducta del marido. No la encontraba. Fueron días intensos de desdicha, hasta que supo del paradero de Luis, lo que incrementó aún más su tristeza. Luis ejercía la docencia en la facultad.

¿Recuerdan ustedes alguna historia de enamoramiento entre una alumna y su profesor? Por supuesto, imagino yo. Pero no tantas en las que el profesor se va a vivir con una estudiante de 22 años, mientras él está por alcanzar los 50. Obviamente la crisis de la mediana edad le jugó una mala pasada, pero éste no es el final de la historia. Pasaron tres o cuatro meses, en los cuales Carmen fue recuperando su eje -terapia mediante- y comenzó a sentirse más armada emocionalmente. Luis, en cambio, una vez que la excitación y el enamoramiento de los primeros meses de convivencia pasaron, recapacitó. Se deprimió al darse cuenta de lo que había perdido y de la decisión tomada. El ímpetu del primer momento se transformó en un latigazo de tristeza que lo azotaba. Intentó conectarse con Carmen y ella le puso como condición hacer una terapia de pareja. Así fue como conocí esta historia. Desde mi experiencia como terapeuta, me parece indispensable dejar en claro si es uno de ellos o son ambos los que quieren reconstruir el vínculo. En este caso eran los dos, si no hubiese sido así, hubiera aconsejado desestimar el tratamiento. Los tres trabajamos con intensidad, con las cartas arriba de la mesa, con evaluaciones mutuas, con recontratos, mirando hacia adelante pero analizando esta experiencia y teniéndola muy en cuenta. Pudieron abrir sus corazones, dejar de lado las facturas anteriores y volver a creer en el otro.

En los meses en los que estuvo sola, Carmen, primero por despecho y luego por placer, buscó otras compañías. Sin embargo, el amor hacia Luis era más fuerte y no lograba olvidarlo. No todas las experiencias son como la de Carmen y Luis. Hay algunos casos en los que el “infiel” quiere volver y es imposible porque no hay perdón, no hay deseo del otro cónyuge que quizá se sintió bien en soledad y no quiere exponerse a otro fracaso. En otros casos, la experiencia de la infidelidad no siempre resulta ser totalmente destructiva para la pareja. Puede aumentar la autoestima de uno de sus miembros, y también su nivel de erotización; y no es imposible que redunde, con el tiempo, en una auténtica reconstrucción de la pareja original, ayudando a hacer resurgir el entusiasmo primitivo. El foco de atención no es el análisis de la infidelidad ocurrida, sino el diseño de cómo quieren que sea la pareja de ahora en adelante. Los dos han cambiado después de esa experiencia; toda reparación es imposible mientras sigan pasándose facturas: hay que barajar y dar de nuevo.

La terapeuta belga Ester Perel dice: “Lo importante en una pareja es saber resucitar la pasión. Nadie vive en un estado de pasión permanente.” Y agrega Perel: «No toda infidelidad es síntoma de un problema en la pareja. A veces tiene que ver con otras necesidades que son profundamente existenciales. A menudo uno va a buscar a otra parte, pero no porque no le gusta la persona con quien está, sino porque no le gusta la persona en quien uno se convirtió». Yo concuerdo totalmente con esta opinión.

Lic. Alicia Bittón
Psicóloga Clínica Terapeuta familiar y de pareja
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