Mariana  tiene 42 años,  se ha separado hace dos. Está escuchando la radio de su auto mientras va por la Panamericana a buscar a su hijo de 7, al colegio. De pronto, registra un timbre de voz que le resulta conocido, muy conocido. No, ¡no es posible! Es Roberto, su novio de la adolescencia. Estuvieron juntos durante 6 años, desde los 17 de Mariana hasta sus 23, y luego se alejaron. Empieza a recordar… Las  escenas del pasado  van aflorando en su mente. Recuerda cuando Roberto se fue por un tiempo  a hacer cursos de periodismo a Francia. En el ínterin Mariana conoció a Pablo y todo ocurrió de repente. Se casaron en seis meses. Al año quedó embarazada. Cuando Roberto volvió de su viaje  ni siquiera se hablaron una vez. Pero siempre le quedó ese recuerdo presente,  y ahora… esa voz.  En su cabeza  fluyen mil ideas. ¿Por qué no llamarlo a la radio? ¿Se acordará de ella? ¿Su nombre le dirá algo? No, es mejor ir personalmente. Averigua los días  en que graba el programa y va a la salida a buscarlo. ¿En qué andará?, piensa Mariana  por el camino.  Está hecha una pila de nervios. Se pregunta si estará muy cambiada, si su corte de pelo es el de hace veinte años. Entra. Hay cuatro hombres  tras un cristal verdoso, con micrófonos, en torno a una mesa. Uno de ellos es Roberto. Una sonrisa que no puede detener se dibuja en su cara. La emoción no la deja respirar. Él la mira tras el vidrio y su asombro es tal que  vuelca su café sobre el libreto. Deja a sus compañeros en la sala de grabación y sale por un minuto. “¡Qué sorpresa! ¡Esto sí que no me lo esperaba! En quince minutos termina el programa y vamos a tomar un café. Qué sorpresa, qué linda sorpresa,” repite  Roberto.

Se  sientan en la mesa del café  y los primeros  minutos son sólo para mirarse. Están los dos muy conmocionados. Tantos temas en común… “Supe que te casaste enseguida y fue desgarrador. Todo este tiempo busqué una Mariana y no la pude encontrar…”

Estas historias suelen suceder más a menudo de lo que uno cree. ¿Qué ocurre cuando se encuentran dos personas  que se amaron en un tiempo y a quienes la vida fue llevando por caminos diferentes?  En ese momento, los recuerdos en común, todas las experiencias que vivieron juntos, ayudan al interés mutuo de volver a conocerse.

Muchas personas que se separan, cuando buscan una nueva relación  encuentran, oh casualidad, algún amor del pasado. ¿Será porque lo que no se concretó en un momento dejó una asignatura pendiente que los dos quieren revivir? ¿Será porque los primeros amores son siempre un paraíso perdido al que queremos volver, y comparado con el cual todas las experiencias posteriores son pobres?

Las conversaciones que se producen entre ellos  están llenas de relatos y los  van completando  juntos. Ese ir y venir de los recuerdos, a los  que les colocan detalles que vuelven a recrear, les produce una satisfacción intensa. Es recordarlos junto a la misma persona con quien los han vivido. Ahora bien, ella y él ¿son los mismos? Absolutamente, no.  Ninguno de los dos es igual. El entorno es distinto. Los años han pasado y las experiencias tanto positivas como negativas,  los  han convertido en lo que hoy son.

También hay que tener en cuenta que los recuerdos buenos se fueron agigantando en la mente.  Se idealiza a ese alguien a quien  se dejó de ver. Se lo rodea de un halo de misterio y con la imaginación  se lo revierte de todo lo que podrían haber hecho juntos…de todo lo que podrían haber logrado, y  se recuerda una y otra vez la pasión que los unió.

En nuestro trabajo como terapeutas nos toca más de una vez acompañar este tipo de experiencias: es interesante comprobar cómo dos  personas  adultas recobran la pasión juvenil de la adolescencia. Luego de sensaciones tan intensas, es importante facilitar una etapa de reflexión, en la cual puedan evaluar los cambios producidos en ellos y decidir si es conveniente volver a unirse. Hay parejas que pueden volver a construir una relación sobre esa base del antiguo conocimiento. Si, por el contrario,  tiene lugar una nueva separación, se produce con la tranquilidad de haberse  dado una oportunidad.

Es hermoso amar y volver a amar.

Lic. Alicia Bittón
Psicóloga Clínica Terapeuta familiar y de pareja 
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