La República Popular China es el tercer país más extenso del planeta, el más poblado del mundo y la primera potencia económica mundial de este siglo. Turísticamente hablando, los paseos y excursiones suelen limitarse a la Gran Muralla, la Ciudad Prohibida y la modernísima Shanghái. Obviamente estos íconos tan poderosos son visitas obligadas, pero con la inversión de tiempo y dinero que implica llegar a este país asiático, bien vale la pena adentrarse “un poco más allá” y ver qué más tiene para sorprendernos el gran gigante asiático.

No se puede negar que toda China es enigmática por su historia milenaria de dinastías eternas, su fe budista que desparramó templos y esculturas por doquier y, por supuesto, por tener una pared que la circunda por el norte y que –según el mito urbano– es la única construcción humana visible desde el espacio.  Es verdad: la Gran Muralla China es un espectáculo en sí misma, sobre todo si tomamos conciencia de que son 21.000 kilómetros  de paredes de aproximadamente 6 metros de alto por 4 metros de espesor  que se construyeron durante  veinte siglos sin los avances tecnológicos de la actualidad; algo, definitivamente, difícil de replicar en estos tiempos en los que los muros divisorios vuelven a ser noticia.

Por eso, si va a viajar a China no puede dejar de visitar la Gran Muralla. Primero que nada, admírela en toda su grandiosidad desde lejos, sólo así podrá tener verdadera idea de sus dimensiones. Si quiere posarse sobre ella, intente acceder por alguna de las puertas menos turísticas desde donde pueda apreciar el paisaje y sacar buenas fotos sin demasiado tumulto. El tramo mejor conservado y, por tanto, más turístico es el de Badaling (a 80 kilómetros de la capital) pero recomendamos visitar la zona de Simatai  o la de  Jinshanling con tramos en estado original, es decir, sin restaurar y probablemente intransitables, pero con toda la historia viva.

Pekín (o Beijing, transcripción más literal del chino) es la capital del imperio financiero mundial y será seguramente su punto de llegada. No puede perder la oportunidad de visitar la Plaza Tian’anmem, una gran explanada de 440 mil metros cuadrados. Su nombre significa Plaza de la Puerta de la Paz Celestial, lo que resulta una ironía luego de que, en 1989 se llevara a cabo uno de los actos más violentos del siglo, cuando un movimiento pro democracia integrado mayormente por jóvenes estudiantes realizó protestas contra el gobierno que duraron varios días y que concluyó con la muerte de cientos de manifestantes. En el sur de la plaza se encuentra el  mausoleo de Mao Zedong con permanentes e interminables filas de personas, en su mayoría chinos, que desde todos los rincones del país, siguen, aún hoy, asistiendo a rendir respeto al cuerpo embalsamado de su más importante jerarca político.

En uno de los costados de la plaza, completamente amurallada  y rodeada por el río de Aguas Doradas se encuentra la llamada Ciudad Prohibida, donde durante cinco siglos residieron los emperadores de las dinastías Ming y Qing junto con su séquito, y donde puede apreciarse en todo su esplendor el lujo, la arquitectura y el misticismo de la China Imperial.  Son 980 edificios  emplazados sobre 72 hectáreas, que en su conjunto fueron declarados Patrimonio de la Humanidad en 1987. El término de “Prohibida”, además de referirse al significado de uno de sus ideogramas en chino (Jin), también tiene que ver con que nadie podía entrar o salir del palacio sin el permiso expreso del emperador. La Ciudad Prohibida se construyó en tan sólo quince años, pero hay que destacar que intervinieron en su construcción ¡más de un millón de personas!

Dos cosas que no puede dejar de hacer en Beijing es pasear para admirar las instalaciones donde se celebraron las olimpíadas de 2008: el estadio olímpico “Nido de pájaro” y, enfrentado a éste, el Centro Acuático Nacional que semeja una gigantesca pileta; ambas son edificaciones modernas muy vistosas, sobre todo en la noche si están iluminadas. Entre uno y otro edificio se encuentra el hotel Pangu, el único hotel 7 estrellas de China con 234 habitaciones que parten desde los 4.000 pesos la noche. Durante el día, visite cualquiera de los mercados chinos, llenos de mercancía de imitación de diferentes calidades. Es un mundo paralelo en el que podría gastar días completos de delirante shopping.

Shanghái, la ciudad de un futuro que ya llegó
Hasta hace poco más de una década, Shanghái asombraba por su avanzada tecnología, sus autopistas de vértigo y sus rascacielos iluminados con colores. Era, literalmente, la versión real de aquellos dibujos animados de Hanna Barbera de los 60, llamados “Los Supersónicos”. Hoy en día, otras ciudades se han equiparado a esta modernidad y ya no quita el aliento, pero Shanghái sigue teniendo su encanto.

Construida sobre una llanura aluvial, Shanghái es hoy la ciudad más poblada de China y el primer puerto del mundo en cuanto a volumen de mercancía, por lo que suele considerársele como la segunda capital de China. Un paseo inolvidable lo constituye la visita a la Ciudad Antigua y a los Jardines de Yuyuang, impecables desde el siglo XVI. El skyline de Shanghái es uno de los más impresionantes del mundo, sobre todo si se contempla desde el Bund, el malecón con aires coloniales, desde dónde puede tomarse un delicioso té (o algo más fuerte) mientras contempla la caída del sol y el cambio de colores del cielo reflejado en las fachadas espejadas de los impresionantes rascacielos del centro financiero que, al anochecer, se convierten en gigantescas pantallas de proyección de publicidad.

La China menos conocida
Pero después de haber conocido estas ciudades, tómese un par de semanas para salir del circuito formal y aventúrese a conocer algunos de los miles de rincones llenos de encanto, tradición, historia y paisajes de ensueño. Seguramente quedarán por fuera muchísimos puntos de interés, pero con toda seguridad, conocerán mucho  más de lo que cualquier turista en una excursión clásica podrá ver.

Changzhou, es una ciudad-prefectura, según la división político-administrativa china – equivalente a un área metropolitana– a la cual se llega con facilidad en menos de una hora en trenes de alta velocidad, desde Shanghái o Nanjing, la capital de la provincia; también se puede viajar en avión desde Beijing o cualquier otra ciudad de China. Cuenta con varias universidades y prominentes escuelas secundarias y, gracias a su industria, se encuentra en el ranking de las ciudades más desarrolladas de la provincia de Jiangsu. A pesar de la oficialidad única del mandarín, aquí el idioma chino más hablado es el Wu, inteligible con los hablados en Wuxi, Suzhou y Shanghái. En Changzhou debe visitar el templo Tianning, que tiene la pagoda más alta del mundo y la estructura en madera más alta con sus 13 pisos y casi 136 metros de alto. El Callejón de los Peines es otro atractivo turístico, ya que los peines son la artesanía típica de la región. Si viaja con niños o es amante de los parques de atracciones, el China Dinosaur Park combina un museo de fósiles encontrados en toda la geografía china y un parque con piscinas y mucha diversión.

A media hora en tren desde Shanghái, está Suzhou,  también llamada la “Venecia china”, por su amplia red de encantadores canales, puentes y jardines exquisitamente cuidados y cuya arquitectura incluye siempre cuatro elementos: rocas, agua, pabellones y plantas. Los Jardines clásicos de Suzhou están considerados como Patrimonio de la Humanidad. Se recomienda visitar el Jardín de los Administradores Humildes, el Jardín del Pescador y el Bosque de los Leones, con su laberinto de rocas traídas desde el Lago Tai.  En el año 2014 la ciudad fue reconocida con el premio Lee Kuan Yew World City Prize, considerado el Nobel del urbanismo.

Chengdu es el lugar para ver a los adorables osos pandas que ya son una marca registrada en China, ya que allí abundan los centros de reproducción y conservación de estos tiernos animales en peligro de extinción. Se recomienda visitar estos lugares por la mañana, que es cuando los osos están despiertos y activos. Además, Chengdu es la capital de la provincia de Sichuan, que cuenta con una de las gastronomías más interesantes (¡y picantes!) de China, así que no puede irse sin probar tan famosos platillos en su lugar de origen.

Al lado de un acantilado, en la confluencia de los ríos Dadu, Jianng y Qingyi y a unas cuantas horas de Chengdu, se encuentra la estatua de Buda más alta del mundo: el Buda de Leshan  alcanza los 71 metros de altura y se esculpió piedra en el siglo VIII con el objetivo de que vigilase el cauce de los ríos tan bravíos que se tragaban cualquier barco que navegase por ellos. Un espectáculo que quita el aliento.

Xi’an no sería tan famoso si no fuera porque allí se hizo uno de los descubrimientos arqueológicos más importante de todos los tiempos: los Guerreros de Terracota, un ejército de más de 8000 figuras hechas en arcilla a tamaño real, todas distintas, con su séquito de caballos y carrozas en muy buen estado de conservación. Estas figuras datan del año 210 a.C y se cree que fueron hechas a pedido del emperador para “cuidar” su tumba cuando muriera. Las excavaciones aún están en marcha, por lo que usted podrá apreciar a los arqueólogos en plena faena mientras los curiosos turistas recorren las galerías donde los intimidantes soldados continúan erguidos en filas perfectas. La tumba del emperador aún no ha sido encontrada, pero se sospecha que está en el montículo de tierra cercana a las excavaciones.

En Xi’an podrá encontrar la China más tradicional (la ciudad tiene más de 3000 años de antigüedad) representada por una bonita muralla y las torres grandiosas de la Campana y el Tambor, así como un barrio musulmán auténtico que contrasta con el resto de la arquitectura. Si el largo viaje empieza a pasarle factura, Xi’an tiene numerosas casas de masajes que lo dejarán como nuevo para continuar el recorrido; son comercios a la calle a los que asisten los locales como práctica habitual. No deje de visitarlas.

Hacia el suroeste
Si el tiempo, el presupuesto y las energías lo permiten, aventúrese a visitar Yunnan, en el suroeste de China. La cercanía de esta zona al Sudeste Asiático y a las montañas del Tíbet resulta en una interesante combinación de coloridos valles y minorías étnicas con diversas tradiciones y costumbres.

Las terrazas de arroz de Yuangyang -las más bonitas de Asia- y la Garganta del Salto del Tigre -el cañón de río más profundo del mundo- son sólo un par de postales que sus pupilas atesorarán de por vida.

Yangshuo destaca por las curiosas formaciones montañosas repletas de vegetación a las orillas del río Li, donde además, se puede practicar rafting en unas muy particulares barcas de bambú. También conviene reservarse unos días por la zona para pasear en bicicleta entre arrozales, practicar escalada o visitar algunas de las bonitas cuevas en las montañas.