En las siguientes líneas te vamos a invitar a volar, de la mano del Wingsuit, también conocido como Wingfly. Sin dudas, un deporte súper extremo, presentado como una variante de la modalidad de paracaidismo convencional.

Se trata de sentir lo que experimentan los pájaros, pero planeando con velocidades superiores a los 200 km por hora y sin ningún tipo de propulsión, es realmente una sensación única. Quizás sea lo más cercano a aquel viejo anhelo del hombre de imitar el vuelo de las aves.

No necesitamos mucho despliegue para practicarlo, ya que el elemento principal de este deporte es un traje, que mediante unas membranas y fibras especiales, simulan un par de alas que nos permiten planear. Tres son las membranas, dos de ellas unen los brazos con las piernas o con la cintura y la otra, une las piernas a la altura de los tobillos. Funciona gracias a la presurización del aire que llena los bolsillos que conforman el traje. Una vez llenos, el valiente deportista queda dentro de una estructura que ha cobrado rigidez. Un traje se puede adquirir pagando entre 1.000 y 2.000 euros, y un paracaídas, desde 3.000 euros la pieza.

Además del traje, los paracaidistas deben contar con diferentes accesorios como antiparras, casco y guantes.

Más allá de no tener miedo, vértigo o dudas, lo importante en el wingsuit es poder conseguir altura para empezar la aventura.  Es necesario el punto de partida, pero algunos deportistas más osados, también se fijan de practicarlo entre montañas, acantilados, puentes o edificios. Otros intrépidos piensan en aterrizar en zonas dificultosas, así es que han logrado aterrizar en el agua o sobre estructuras que amortigüen la caída, sin usar paracaídas. Si bien lo han conseguido, son verdaderas excepciones, pero no la regla.

Casi como si fuese un salto BASE (BuildingAntennaSpan y Earth), el cuerpo experimenta una adrenalínica sensación que se mantiene durante los segundos o minutos que dura el vuelo. Ese sentir es producto de un deporte verdaderamente peligroso. Tan es así, que hay zonas en los que está prohibida su práctica. Hasta los más talentosos y experimentados han perdido su apuesta en este intento por ser un hombre pájaro.

Ser un experimentado paracaidista ayuda mucho, aunque no garantiza el 100% de seguridad en la práctica de la disciplina. Los paracaidistas que deseen probar este deporte extremo, deben contar por lo menos con 500 saltos en caída libre convencional y como mínimo, con 200 de estos mismos saltos durante el último año y medio, por lo que es fácil inferir que se exige una vasta experiencia.

SI bien hay muchos indicadores para denominarlo como un deporte de moda, sus orígenes no son recientes, hay que viajar al año 1930 para encontrarlos. Quizás como su boom en cuanto a práctica es de finales de los 90, ese dato nos explique porque es tan mencionado hoy día.

La tecnología viene mejorando la práctica de los deportes, pero en el wingsuit es notorio el avance en cuanto a seguridad, ya que en la primera etapa, los materiales y los diseños no aportaban tranquilidad a los deportistas que los utilizaban. Prueba de ello es el dato que surge de los años comprendidos entre  1912 y 1961, los deportistas que intentaron volar, murieron en su mayoría. Recién en el 1994, un paracaidista francés, llamado Patrick de Gayardón, creó un nuevo y diferente traje aéreo que poseía una gran eficiencia y era muy seguro. A pesar de su aporte a la mejora de los trajes, Gayardón falleció el 13 de abril de 1998 en Hawái mientras se encontraba probando una modificación que le había realizado al traje.

En el año 1999, Jari Kuosma y Robert Pecnik crearon juntos un nuevo traje, más seguro y accesible para todas las personas que deseaban practicar el deporte, y de esta manera le dieron origen al BirdMan Inc. Estos fueron los primeros trajes ofrecidos al público en general.

Quizá el mayor grado de dificultad es la imposibilidad de abrir un segundo paracaídas o tener alternativas ante las fallas inesperadas. La cantidad de muertes que se han generado por su práctica defectuosa, hacen replantear la legalidad del mismo.

Solo a modo de ejemplo y para cuantificar lo peligroso de esta disciplina, debemos marcar que durante el año 2016 murieron en España 36 saltadores con traje de alas. Claramente es un deporte sin margen de error.

Solo por esta vez, no los vamos a invitar a sumarse a la práctica del wingsuit. Preferimos seguir en tierra firma y contándoles de más deportes extremos a futuro.