Puede que te recuerde a alguna actividad circense o quizás, sin saberlo, lo hayas practicado alguna vez, lo cierto es que de a poco aparece como una entretenida propuesta para ejercitarnos en cualquier momento y en cualquier lugar.

Algunos hablan de un resurgir de las tablas de equilibrio o balance boards, ya que identifican el origen del balanceboarding, allá por la década del 50.

Para muchos fue el paso previo a subirse a un skate o a una tabla de surf. Entrenar el equilibrio en esos y otros deportes es, sin duda, parte importante para su correcta práctica.

Diseñadores de tablas y devotos de su práctica, coinciden en que es una disciplina que nació con un carácter muy urbano. Esa idea justifica una de las grandes ventajas del balanceboarding: para disfrutarlo, un par de metros cuadrados es suficiente.

Si ya te están dando ganas de subirte, te contamos lo necesario para poner a prueba tu habilidad en esta actividad.

Es simple, deberás buscar una tabla de 30 centímetros de ancho y 70 centímetros de largo; son medidas aproximadas, ya que existen de diferentes formas y longitudes. Luego hay que sumar un rodillo de plástico o madera. De resto, todo es cuestión de destreza; como en cada nueva actividad, la práctica permite perfeccionar el estilo y evitar los errores más comunes que aparecen al comienzo. Una vez sobre la tabla, lo divertido es evitar que la tabla toque el suelo y, obviamente, tratar de que tampoco lo haga el cuerpo.

En Argentina su llegada no despertó el furor que sí causaron otros deportes, pero poco a poco empieza a posicionarse y ya es más común ver las tablas en diferentes parques y plazas.

Claramente, no es una nueva moda y tampoco tiene un potencial de desarrollo competitivo, aunque varios promotores ya han desarrollado sus propios encuentros y competencias.  Por lo general, los participantes cuentan con tres minutos para realizar el mayor número de trucos posible sobre su tabla y, mientras más complejos sean, mejor será la puntuación. La regla de oro es que nunca, durante esos 180 segundos, se puede tocar el suelo.

Además de un entretenimiento, es una forma saludable y divertida de mejorar el equilibrio. Varios preparadores físicos de futbolistas o basquetbolistas lo utilizan como parte del programa de  entrenamiento. La coordinación es clave y la velocidad en la relación acción-reacción quedará al descubierto a la hora de evitar las caídas.

Otro de los beneficios es el bajo costo; en algunos casos, si somos creativos y tenemos las herramientas necesarias, podremos crear nuestra propia tabla de equilibrio.

A simple vista parece fácil iniciar la práctica, pero se recomienda estar con gente experimentada, al menos en las primeras etapas, para no cometer errores simples que terminen en caídas.

Los primeros movimientos son fáciles de realizar, pero con el correr del tiempo intentarás avanzar a la etapa de los trucos y piruetas. Pies cruzados, parada de manos y ese tipo de movimientos empiezan a mostrarse como complejidades y desafíos.

El punto de equilibrio y el centro de gravedad difieren entre las personas, y eso genera diferencias a la hora de dar consejos, aunque todos coinciden en que lo primero que se debe dejar a un costado es el miedo.

Si se supera el “pánico” a la caída irás por los trucos y los nuevos desafíos. Un solo pie apoyado, una sola mano u otros movimientos muy bien coordinados te permitirán avanzar en la disciplina. Algunos más osados usan dos rodillos o hasta arman plataformas más elevadas para aumentar el riesgo.

El balanceboarding no es un deporte peligroso, pero ir con cuidado es el secreto para avanzar sin caídas. La invitación queda hecha; el objetivo es divertirse y entrenarse ¡sin perder el equilibrio!